12/10/2012

Jean-Michel Jarre - Plaza del Obradoiro (Santiago de Compostela, 31/07/2010)





“¿Y cómo meto yo aquí a más de 100.000 personas?”

Y claro, tanto trabajo tiene que dar su fruto sí o sí, así que para no quedar mal, el gabacho se diseñó un enorme y moderno escenario incrustado en plena fachada de la catedral. ¡Casi nada! Y por si eso parecía poco, una animalada de watios de potencia, focos a cascoporro repartidos por todo el perímetro de la plaza, cerca de 10 cámaras de televisión (aprovechando que el concierto iba a ser retransmitido en falso directo por la TVG) y los propios edificios colindantes que servirían de fondo para las diferentes proyecciones y el novedoso espectáculo de láseres que tenía preparado. Como todo esto, y según sus propias palabras, esperaba que el concierto fuera “el espectáculo del año”.

Pero hubo un pequeño problema, y es que el que iba a ser un aforo máximo de unas 13.000 personas se quedó finalmente en unas 8.000 por precaución ante las posibles avalanchas y problemas similares (como todo el mundo sabe, los fans de Jean-Michel Jarre son conocidos esencialmente por su afición a practicar pogo en los conciertos de su ídolo), y por ello se instaló en la colindante Plaza de la Quintana una pantalla de televisión de amplias dimensiones aprovechando la mitad del montaje del escenario del concierto de Pereza perpetrado el día anterior, para que los que no hubieran podido entrar al Obradoiro lo viesen desde allí con cierto retraso en la emisión de la TVG, que empezó una hora más tarde, naturalmente, y seguro que se les haría muy extraño a todos escuchar temas en directo y en diferido a la vez…

“Esto quema, pero quema más la reducción de aforo…”

Pero en fin, ya metiéndonos en materia, los ensayos de la tarde del concierto dejaron claro que aquello no era una mera cuestión de imagen, sino que apostaban fuerte por un volumen tremendamente contundente y digno de un concierto de metal y también se preocupaban del sonido… y aunque los técnicos de sonido las pasaron putas para hacer una ecualización aceptable (es lo que tienen los edificios de piedra), finalmente lo consiguieron. Jarre ya dejaba entrever algunos de los temas que iba a tocar esa misma noche, lo cual hizo que bastantes curiosos que estaban allí de paso se quedaran finalmente, atraídos por la buena música y que los fans nos comenzásemos a morder los nudillos con la intriga de qué conformaría el resto del temario.

Y después de bastantes horas de espera (afortunadamente a la sombra, dentro de los soportales) amenizadas con muchas charlas musicales y no musicales, partidas de cartas, apuestas sobre las canciones que podrían o no sonar en el concierto, la ingente y desesperante llegada de manadas y más manadas de “señoras que van a los conciertos aunque no conozcan al artista porque son gratis y se mueven al ritmo de la música bailando pasodoble suene lo que suene”, y demás vicisitudes varias, empezaron el concierto y las sorpresas.

Al menos ellas dos tuvieron la decencia de quedarse en La Alameda.

El clásico y manido concepto de la puntualidad británica casi se adoptó como propia por un día (el retraso fue de pocos minutos) y la noche cayó sobre la Plaza del Obradoiro poco después de dar las 22:30, con lo que Jarre vio solucionada una de sus preocupaciones y dio vía libre para que todas las luces de la plaza se apagaran al mismo tiempo para encenderse las del espectáculo, provocando que alguna gente empezase a emocionarse y a hacer comentarios por lo bajinis. Mientras sonaba la introducción, un gaiteiro vestido con el traje regional “escoltó” a Jarre y sus músicos hasta la entrada de la catedral, pasando por delante de toda la marea de fans enloquecidos de primera fila por un acceso habilitado por la policía y subieron las escaleras hacia el escenario (ya sin gaiteiro, pero con un Jarre que parecía que se hubiese metido como para una boda de lo espídico que estaba) para dar comienzo al espectáculo.

Con un temario clavadito al del resto de la gira (salvo contadas excepciones, y es que se ve que a Jarre le gusta tener todo bajo control hasta en esos detalles), el concierto comenzó con mucha potencia y determinación, con Oxygène 2 y un Jarre entregado, que se movía frenéticamente mientras tocaba a la vez que la catedral exhibía un juego de luces y láseres que llamaron fuertemente la atención de todos los presentes, que atendíamos en silencio y embelesados. Siguió con Magnetic Fields 1 y los colores de las luces y los láseres del escenario cambiaron a toda una gama de variopintos colores, y poco después llegó la primera sorpresa de la noche en forma de proyección sobre la fachada de la catedral, que consistió en la recreación visual de un sintentizador y varios planos del mismo mientras sonaba Equinoxe 7. Luego vino la inesperada presentación de los músicos que le acompañaban, en la que Jarre parecía muy contento y pedía aplausos y ruido para sus colaboradores. Luego llegó la clásica Equinoxe 5, donde los láseres salieron del escenario hacia el público y el resto de la plaza para hacer de las suyas y arrancar las múltiples ovaciones de turno. Al acabar ese tema, Jarre sacó de la nada el arpa láser y cautivó a todos con una preciosa y cuidada interpretación de Rendez-Vous 3.

Jean-Michel Jarre se debió dejar las luces del ovni encendidas.

El siguiente tema fue uno de los puntos álgidos de la noche, y es que nada más empezar, todo el público comenzó a aplaudir entusiasmado, reconociendo que se trataba de Magnetic Fields 2, uno de los temas más emblemáticos de la discografía del gabacho de oro, que interpretó lleno de actitud y animosidad. Tras eso, llegó Souvenir of China, que sorprendió a todo el mundo por los fuegos artificiales y maravillosa proyección de la carátula de un álbum clásico mientras sonaba el tema, y después llegó la primera vía libre de improvisación sobre Oxygène 5 unida a Variation 3, que algunos tacharon de infarto cerebral, pero que a mí me encantó (lo que hace la envidia en la gente) y con la proyección de Jarre mientras tocaba y lo daba todo. Luego llegó otro de los momentos mágicos de la noche (al menos para mí, vaya), que fue cuando una luz enfocó expresamente a Jarre y él se puso manos a la obra con el theremin en Theremin theme, una especie de improvisación sobre una base muy ambiental y calmada, y con la proyección que continuaba siendo la misma.

Y nuevamente otro temazo, en esta ocasión un Equinoxe 4 que hizo que toda la plaza empezase a saltar y a dar palmas al ritmo de la música, mientras Jarre seguía animándonos a que la liásemos parda mientras en las proyecciones veíamos una simpática y trabajada animación (que casi hace que se me caigan los pantalones de la impresión) de los hombres con prismáticos de la portada de dicho disco. Luego tuvo lugar la interpretación del bonito tema bautizado por el público como Unesco Statistics Adagio, con una iluminación muy tenue mientras en la fachada se reproducían y mostraban estadísticas mostrando los problemas mundiales. Lo que no me esperaba yo es que justo después de un tema tan tranquilo, volviese a la carga con la tralla de Industrial Revolution, part 2, cuyos láseres, hologramas y calidad musical, hicieron que se me escapasen unas lagrimillas que tuve cuidado de secar rápido para que no me provocasen un cortocircuito… y por si eso fuera poco, decidió seguir con las archiconocidas y estupendas Rendez-Vous 2 y Rendez-Vous 4, que hicieron las delicias de todo el mundo con más láseres, el arpa láser y un ánimo encomiable por parte de todos que completaron la magia de aquel momento.

“¡Qué pasa neeeeeeng! ¡Mirame ahí como pincho, neeeeeeeng!”

Y cuando yo ya creía que me podía morir tranquilo y que Jarre podía irse ya si a él le placía, vinieron el melancólico acordeón de Chronologie 6 y la fabulosa y espídica Chronologie 2, seguidas y de sopetón… ¡Aquello se estaba convirtiendo poco a poco en la perfección, y los láseres nos metían a todos dentro del escenario para hacer si cabe más especial lo que estábamos viviendo! Pero como todo lo bueno tiene que terminar en algún momento, el final de este increíble concierto llegó cuando nos ofrecieron dos bloques de bises. El primer bloque contó con Oxygène 4, posiblemente el tema más conocido de este fenónemo, acompañado de las palmas de todos los presentes y de una bonita proyección mostrando el globo terráqueo, y Oxygène 12 y su frenético ritmo e iluminación discotequera (pero de calidad). El segundo fue de un solo tema: Calypso 3 (Fin de siècle), que quedó realmente precioso y muy, muy, muy potito con los fuegos artificiales, las luces, los mecheros y móviles ondeando en el aire a lo largo y ancho de toda la plaza… y otro “infarto cerebral” con una majestuosa improvisación final mientras en la proyección se podía ver a Jarre viviéndolo tremendamente mientras tocaba.

No obstante, no todo fue perfecto, ¿eh? Hubo algún que otro fallo en la interpretación de algunos temas, que aquí el Jarre tampoco es perfecto… y hubo también fallos en las secuencias, que algunas no entraban cuando tenían que entrar. Si a eso añadimos que hubo problemas de ubicación de algunas proyecciones (cierto es también que proyectar sobre un edificio con relieve no es nada sencillo, aunque pueda parecerlo) durante un par de temas y que la traductora contratada para la ocasión no hizo más que cagarla cada vez que abría la boca, pues digamos que desluce un tanto el resultado, pero vaya, que cuando se programa un espectáculo de este calibre, no es sencillo tenerlo todo bajo control, y menos cuando algunos aspectos no dependen de Jarre directamente. También me tocó las narices bastante un criajo al que le pareció una idea graciosa el apuntar con un puntero láser a Jarre en medio del último tema y joder un par de proyecciones más con su absurda afición… De haber sido yo una persona menos calmada, se lo hago tragar, y luego hago que lo vomite y se lo hago tragar a la madre, que para colmo le reía la gracia.

La catedral de Santiago estaba que echaba humo al acabar el concierto.

En resumen, que en líneas generales el concierto salió muy bien, aún a pesar de esos pequeños fallitos y errores que demuestran que las máquinas también pueden cometer errores humanos y no son infalibles, del estúpido niñato del puntero láser, y a pesar también de la inepta traductora contratada por la Xunta de Galicia (me juego 1GB de mi cerebro a que fue cosa de la Xunta y no de otra entidad) que la cagó más que habló. Jean-Michel, su equipo al completo y el espectáculo que ofrecieron fueron sobradamente capaces de pasar por encima de estas pifias que ocurrieron y lo dieron todo porque la gente saliera encantada de allí, algo que desde luego consiguieron, a juzgar por los comentarios que se escucharon en toda la plaza al terminar el concierto.

Aquí os dejo una grabación del streaming del concierto emitido por TVG, que consta de 4 archivos de un tamaño total de casi 2.3GB (aunque el primero sea un archivo con formato .exe, es tan sencillo como cambiar la extensión a formato .rar, para que concuerde con el resto, y ya no habrá problemas). Y también os enlazo el setlist que Jean-Michel Jarre tocó en este maravilloso concierto en la plaza del Obradoiro, un concierto que tardaré en olvidar.

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