La nueva Rusia se viste estos días de gala en Moscú para celebrar el 850º aniversario de su capital con un mastodóntico programa de actividades, algunas de las cuales pueden terminar en el libro Guinness de los récords. El director de cine Andréi Konchalovski montó anoche un macroespectáculo en la plaza Roja; Luciano Pavarotti cantará mañana ante una multitud en el mismo escenario; los artistas del Bolshoi representaron ayer escenas de óperas rusas en la plaza de las catedrales del Kremlin, y Jean Michel Jarre ofrece esta noche un tecno-concierto masivo frente al rascacielos estalinista de la Universidad Lomonosov. Se trata de crear una imagen de modernidad y grandeza, a la mayor gloria del alcalde y presidenciable Yuri Luzhkov.
Oleg Belikov, director ejecutivo de los fastos, asegura que los fuegos artificiales se verán desde todos los barrios de la capital; que Jarre contará con su tradicional derroche de rayos láser y otras técnicas ultramodernas y con dos enormes pantallas sobre el edificio de la universidad, y que la ceremonia de clausura convertirá mañana toda una tribuna del estadio de Luzhniki en un gigantesco escenano.Luzhkov ha querido que todo se haga a lo grande. Durante cerca de año y medio, se han gastado para preparar la fiesta más de 10.000 millones de pesetas, la quinta parte procedente de patrocinios privados. Hasta el tiempo tiene que acompañar, si no falla el dispositivo especial, con ocho aviones y dos helicópteros, que permitirá el bombardeo de las nubes con productos químicos especiales para que suelten su carga fuera de Moscú y no puedan aguar la fiesta.
Sólo 6.000 privilegiados provistos de invitación tuvieron anoche ocasión de presenciar con comodidad el espectáculo de Konchalovski en la plaza Roja, con el fondo de los muros y torres, del Kremlin y del mausoleo que alberga la tumba de Lenin. Para ellos ideó un peculiar montaje Andréi Konchalovski.
El cineasta afirma que su obra se sitúa, en cuanto a la forma, "entre la escenificación de Aida ante la pirámide de Keops y un superconcierto de rock", pero que, en lo que respecta al contenido, tiene más que ver "con la música clásica rusa, la historia y la mitología". Ha contado para ello con la ayuda de Mark Fisher, diseñador de giras de los Rolling Stones, Pink Floyd, Elton John y Tina Tumer.
Desmesura
Coros, bailarines, bandas militares, una orquesta sinfónica e incluso un elefante participaron en el espectáculo titulado Nuestra antigua capital, igual que un libro escrito por la madre de Konchalovski, Natalia, con ocasión del 800º aniversario de Moscú, en 1947, y con Stalin, el hombre de hierro, en el poder. Entre tanta desmesura, lo que más llamó la atención fue un enorme dragón de 35 metros de largo con una cabeza de 3,5 metros de alto y 2 de ancho.
La base del concierto de Jean Michel Jarre será está noche su archiconocido tema Oxigene, pero con inclusiones de coros y música rusa y toques relativos a la historia de Rusia. Unos 100.000 policías intentarán que la fiesta no degenere en tumulto, y centenares de perros especialmente adiestrados filtrarán a los asistentes para evitar el paso de droga. El espectáculo se podrá ver desde diferentes puntos de Moscú, ya que el propio cielo será uno de sus escenarios.
El programa de festejos es casi interminable, con la música de protagonista indiscutible. El elenco del Bolshoi ofreció ayer a un público muy restringido, entre el bosque de cúpulas doradas de la plaza de las catedrales del Kremlin, una selección de las más famosas óperas rusas para ilustrar la historia del país y de su actual capital.
Unos 2.000 cantores de toda Rusia participarán en un festival de coros ante la recién inaugurada catedral de Cristo Salvador, una copia exacta (por fuera) de la que Stalin convirtió en solar, y levantada en el mismo lugar que su precedente, allí donde, durante décadas, hubo una gran piscina al aire libre.
Grupos artísticos de Ucrania, Bielorrusia, Polonia y otros países actuarán mañana en la plaza Roja en una especie de maratón titulado El mundo eslavo saluda a Moscú.
Todo un superfestival a la mayor gloria de la ciudad que se presenta como escaparate de la nueva Rusia, llena de luces y sombras, aunque durante la fiesta nadie quiera hablar de estas últimas. Y, por supuesto, a la mayor gloria de Yuri Luzhkov.
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