Por Antonio Mautor el 25/03/2015
Nunca podría haber imaginado ni en mis
mejores sueños, presenciar lo que presencié aquella noche de abril en
Barcelona. Nada menos que el gran Jean Michel Jarre se presentaba en el Gran Teatre del Liceu para interpretar de manera integra su celebérrimo disco “Oxygene”,
en conmemoración a su 30 aniversario; pero no sólo eso era ya de por sí
una pasada, lo mejor era saber que lo haría con los mismos instrumentos
analógicos que utilizó cuando grabó su obra maestra. La utilización de
sintetizadores Theremin, Moog etc… creó una atmósfera, que aún con el paso de los años recuerdo como si fuera aquella noche.
El concierto comenzó de manera
sorpresiva apareciendo el artista entre la gente por el patio de
butacas, desde donde se dirigió al respetable para hacer una breve
introducción de lo que íbamos a presenciar esa noche.
Tras subir al escenario aparecieron sus tres acompañantes, los músicos Francis Rimbert, Dominique Perrier y Claude Samara que se apostaron en sendas islas de sintetizadores, dejando el espacio central para Jarre y sus instrumentos.
Lo que vimos a partir de ahí fue pura magia, sonido analógico pululando por todo el Liceu, acompañado de imágenes y de luces que nos sumergió en otra dimensión en otro mundo. Jarre
improvisaba partes de las piezas e incluso las alargaba creando si cabe
una sensación de positividad y luz, sólo conseguible por genios como
él. Daba la sensación que la intimidad del teatro, hacía que el músico
francés se reencontrara consigo mismo como artista, y todo eso nos lo
devolvía con luminosidad y ritmo.
Cuando llegó el cénit del concierto, la
pieza “IV” del álbum Jean Michel Jarre miró al respetable, levantó el
brazo haciendo una señal dando paso a unas de las composiciones más
bellas de la historia.
Cerró la noche con un bis espectacular, tocó sólo acompañado de dos teclados “Oxygene 13”,
demostrándonos que en esas lides es insuperable. El bis a nivel
personal me supo a poco, creía que tocaría alguna pieza más, pero no fue
así.
Noche para el recuerdo donde de la mano de Jean Michel Jarre,
entramos en una máquina del tiempo de donde nunca queríamos regresar.
Las sensaciones que me quedaron de esa noche son imborrables, ya le
podré decir a mis nietos, que yo estuve allí ese 21 de abril de 2008.
Source: nosgustalamusica.com
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